Misa fúnebre

"Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento."

Salmo 23:4

En toda celebración de difuntos, la Iglesia concede gran importancia a la lectura de la Palabra de Dios. Las lecturas proclaman a la asamblea el misterio pascual, enseñan a recordar a los difuntos, transmiten la esperanza de ser reunidos de nuevo en el reino de Dios y alientan el testimonio de vida cristiana. Sobre todo, las lecturas hablan de los designios de Dios para un mundo en el que el sufrimiento y la muerte dejarán de tener dominio sobre todos los que Dios ha llamado suyos. Una cuidadosa selección y uso de las lecturas de las Escrituras para los ritos funerarios brindará a la familia la oportunidad de escuchar a Dios hablarles en sus necesidades, tristezas, temores y esperanzas.

En la celebración de la Liturgia de la Palabra en la liturgia exequial, las lecturas bíblicas no podrán ser sustituidas por lecturas no bíblicas. Pero durante los servicios de oración con la familia, se pueden usar lecturas no bíblicas además de las lecturas de las Escrituras.

  • Orden de los funerales cristianos, Introducción general, nn. 22-23

Le pedimos que elija una lectura del Antiguo Testamento y una lectura del Nuevo Testamento, y dos lectores. Si no tiene lectores, háganoslo saber y se los proporcionaremos.

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Lecturas para funerales

Sobre la misa
LECTURAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO

Lectura del segundo libro de los Macabeos.

En aquellos días, Judas Macabeo, jefe de Israel, hizo una colecta y recogió dos mil dracmas de plata, que envió a Jerusalén para que ofrecieran un sacrificio de expiación por los pecados de los que habían muerto en la batalla. Obró con gran rectitud y nobleza, pensando en la resurrección, pues si no hubiera esperado la resurrección de sus compañeros, habría sido completamente inútil orar por los muertos. Pero él consideraba que a los que habían muerto piadosamente, les estaba reservada una magnifica recompensa. En efecto, orar por los difuntos para que se vean libres de sus pecados es una acción santa y conveniente.

Palabra de Dios.

Lectura del libro de Job.

En aquello días, Job tomo la palabra y dijo: “Ojalá que mis palabras se escribieran; ojalá que se grabaran en láminas de bronce o con punzón de hierro se esculpieran en la roca para siempre. Yo sé bien que mi defensor está vivo y que al final se levantara a favor del humillado; de nuevo me revestiré de mi piel y con mi carne veré a mi Dios; yo mismo lo veré y no otro mis propios ojos lo contemplaran. Ésta es la firme esperanza que tengo.

Palabra de Dios.

Lectura del libro de la Sabiduría.

Las almas de los justos están en las manos de Dios y no los alcanzará ningún tormento. Los insensatos pensaban que los justos habían muerto, que su salida de este mundo era una desgracia y su salida de entre nosotros, una completa destrucción. Pero los justos están en paz. La gente pensaba que sus sufrimientos eran un castigo, pero ellos esperaban confiadamente la inmortalidad. Después de breves sufrimientos recibirá una abundante recompensa, pues Dios los puso a prueba y los halló dignos de sí. Los probó como oro en el crisol y los aceptó como un holocausto agradable. Los que confían en el Señor comprenderán la verdad y los que son fieles a su amor permanecerán a su lado, porque Dios ama a sus elegidos y cuida de ellos.

Palabra de Dios.

Lectura del libro de la Sabiduría.

El justo, aunque muera prematuramente, hallará descanso; porque la edad venerable no consiste en tener larga vida ni se mide por el número de años. Las verdaderas canas del hombre son la prudencia y la edad avanzada se mide por una vida intachable. Cumplió la voluntad de Dios, y Dios lo amó. Vivía entre pecadores, y dios se lo llevó; se lo llevó para que la malicia no pervirtiera su conciencia, para que no se dejara seducir por el engaño, pues la fascinación del mal oscurece el bien y el vértigo de las pasiones pervierte a las almas inocentes. Llego a la perfección en poco tiempo y con eso alcanzó la plenitud de una larga vida. Su vida le fue agradable a Dios, por lo cual el Señor se apresuró a sacarlo de entre la maldad. La gente ve, pero no comprende ni se da cuenta de que Dios ama a los justos y se compadece de sus elegidos.

Palabra de Dios.

Lectura del libro del profeta Isaías.

En aquel día, el Señor del universo preparara sobre este monte un festín con platillos suculentos para todos los pueblos. El arrancará en este monte el velo que cubre el rostro de todos los pueblos, el paño que oscurece a todas las naciones. Destruirá la muerte para siempre; el Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros y borrará de toda la tierra la afrenta de su pueblo. Así lo ha dicho el Señor. En aquel día se dirá; “Aquí esta nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara; alegrémonos y gocemos con la salvación que nos trae”.

Palabra de Dios.

Lectura del libro de las Lamentaciones.

Me han arrancado la paz y ya no me acuerdo de la dicha. Pienso que se me acabaron ya las fuerzas y la esperanza en el Señor. Fíjate, Señor en mi pesar, en esta amarga hiel que me envenena. Apenas pienso en ello, me invade el abatimiento. Pero, apenas me acuerdo de ti, me lleno de esperanza. La misericordia del Señor nunca termina y nunca se acaba su compasión; al contrario, cada mañana se renuevan. ¡Qué grande es el Señor! Yo me digo: “El Señor es la parte que me ha tocado en herencia” y en el Señor pongo mi esperanza. El Senor es bueno con aquellos que en él esperan, con aquellos que los buscan. Es bueno esperar en silencio la salvación del Señor.

Palabra de Dios.

Lectura del libro del profeta Daniel.

En aquel tiempo, se levantará Miguel, el gran príncipe que defiende a tu pueblo. Será aquel un tiempo de angustia, como no lo hubo desde el principio del mundo. Entonces se salvará tu pueblo; todos aquellos que están escritos en el libro. Muchos de los que duermen en el polvo despertarán; unos para la vida eterna, otros para el eterno castigo. Los guías sabios brillaran como el esplendor del firmamento, y los que enseñan a muchos la justicia, resplandecerán como estrellas por toda la eternidad.

Palabra de Dios.

LECTURAS DEL NUEVO TESTAMENTO

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.

Hermanos y hermanas: La esperanza no defrauda porque Dios ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, que el mismo nos ha dado. En efecto, cuando todavía no teníamos fuerzas para salir del pecado, Cristo murió por los pecadores en el tiempo señalado. Difícilmente habrá alguien que quiera morir por un justo, aunque puede haber alguno que esté dispuesto a morir por una persona sumamente buena. Y la prueba de que Dios nos ama está en que Cristo murió por nosotros, cuando aún éramos pecadores. Con mayor razón, ahora que ya hemos sido justificados por su sangre, seremos salvados por el del castigo final. Porque, si cuando éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con él por la muerte de su Hijo, con mucho más razón, estando ya reconciliados, recibiremos la salvación participando de la vida de su Hijo, y no solo esto, sino que también nos gloriamos en dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación.

Palabra de Dios.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos.

Hermanos y hermanas: si por el pecado de un solo hombre estableció la muerte su reinado, con mucho mayor razón reinaran en la vida por un solo hombre, Jesucristo, aquellos que reciben la gracia sobreabundante que los hace justos. En resumen así como por el pecado de un solo hombre, Adán, vino la condenación para todos así por la justicia de un solo hombre , Jesucristo, ha venido para todos la justificación que da la vida. Y así como por la desobediencia de uno, todos fueron hechos pecadores, así por la obediencia de uno solo, todos serán hechos justos. En cuanto la ley, su llegada sirvió para hacer que el pecado creciera. Pero, donde abundo el pecado, sobreabundo la gracia, para que así cómo el pecado tuvo poder para causar la muerte, así también la gracia de Dios, al justificarnos, tenga poder para conducirnos a la vida eterna por medio de Jesús, nuestro Señor.

Palabra de Dios.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.

Hermanos y hermanas: Todos los que hemos sido incorporados a Cristo Jesús por medio del bautismo, hemos sido incorporados a su muerte. En efecto, por el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, para que, así como Cristo resucito de entre los muertos por la gloria del Padres, así también nosotros llevemos una vida nueva. Por lo tanto, si hemos muerto con Cristo, estamos seguros de que también viviéremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya nunca morirá. La muerte ya no tiene dominio sobre él.

Palabra de Dios.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.

Hermanos y hermanas: Los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. No han recibido ustedes un espíritu de esclavos, que los haga temer de nuevo, sino un espíritu de hijos, en virtud del cual podemos llamar Padre a Dios. El mismo Espíritu Santo, aun con nuestro propio espíritu, da testimonio de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos también herederos de Dios y coherederos con Cristo, puesto que sufrimos con él para ser glorificados junto con él. Considero que los sufrimientos de esta vida no se pueden comparar con la gloria que un día se manifestara en nosotros; porque toda la creación espera, con seguridad e impaciencia, la revelación de esa gloria de los hijos de Dios. La creación esta ahora sometida al desorden, no por su querer, sino por voluntad de aquel que la sometió, pero dándole al mismo tiempo esta esperanza: que también ella misma va ser liberada de la esclavitud de la corrupción, para compartir la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos, en efecto, que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto: y no solo ella, sino también nosotros, los que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, anhelando que se realice plenamente nuestra condición de hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo.

Palabra de Dios.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos

Hermanos y hermanas: Si Dios está a nuestro favor, ¿Quién estará en contra nuestra? El que no nos escatimo a su propio Hijo, sino que lo entrego por todos nosotros, ¿Cómo no va a estar dispuesto a dárnoslo todo, junto con su Hijo? ¿Quién acusara a los elegidos de Dios? Si Dios mismo es quien los perdona, ¿Quién será el que los condene? ¿Acaso Jesucristo, que murió, resucito y está a la derecha de Dios para interceder por nosotros? ¿Qué cosa podrá apartarnos del amor con que nos ama Cristo? ¿Las tribulaciones? ¿Las angustias?¿ La persecución?¿ El hambre?¿ La desnudez?¿ El peligro?¿ La espada? Ciertamente de todo esto salimos más que victoriosos, gracias a aquel que nos ha amado; pues estoy convencido de que ni la muerta ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni el presente ni el futuro, ni los poderes de este mundo, ni lo alto ni lo bajo, ni creatura alguna podrá apartarnos del amor que nos ha manifestado Dios en Cristo Jesús.

Palabra de Dios.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.

Hermanos y hermanas: Ninguno de nosotros vive para sí mismo, ni muere para sí mismos. Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Por lo tanto, ya sea que estemos vivos o que hayamos muerto, somos del Señor. Porque Cristo murió y resucito para ser Señor. Porque Cristo murió y resucito para ser Señor de vivos y muertos. Todos vamos a comparecer ante el tribunal de Dios. Como dice la Escritura: Juro por mi mismo dice el Señor, que todos doblaran la rodilla ante mí y todos reconocerán públicamente que yo soy Dios. En resumen, cada uno de nosotros tendrá que dar cuenta de sí mismo a Dios.

Palabra de Dios.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.

Hermanos y hermanas: Cristo resucitó, y resucitó como la primicia de todos los muertos. Porque si por un hombre vino la muerte, también por un hombre vendrá la resurrección de los muertos. En efecto, así como en Adán todos mueren, así en Cristo todos volverán a la vida; pero cada uno en su orden: primero Cristo, como primicia; después, a la hora de su advenimiento, los que son de Cristo.

Palabra de Dios.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.

Hermanos hermana: Les voy a revelar un misterio: No todos moriremos, pero todos seremos transformados en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, cuando suene la trompeta final. Pues al resonar la trompeta, los muertos resucitarán incorruptibles y nosotros seremos transformados. Porque es preciso que este ser nuestro, corruptible y mortal, se revista de incorruptibilidad e inmortalidad. Y Cuando nuestro ser corruptible y mortal se revista de incorruptibilidad e inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra de la Escritura: La muerte ha sido aniquilada por la victoria. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón? El aguijón de la muerte es el pecado y la fuerza del pecado es la ley. Gracias, a Dios que nos ha dado la victoria por nuestro Señor Jesucristo.

Palabra de Dios.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.

Hermanos y hermanas: Sabemos que aquel que resucito a Jesús nos resucitará también a nosotros con Jesús y nos colocará a su lado con ustedes. Y todo esto es para bien de ustedes, de manera que, al extenderse la gracia a más y más personas, se multiplique la acción de gracias para gloria de Dios. Por esta razón no nos acobardamos; pues aunque nuestro cuerpo se va desgastando, nuestro espíritu se renueva de día en día. Nuestros sufrimientos momentáneos y ligeros nos producen una riqueza eterna, una gloria que los sobrepasa con exceso. Nosotros no ponemos la mira en lo que se ve, sino en lo que no se ve, porque lo que se ve es transitorio y los que no se ve es eterno. Sabemos que, aunque se desmorone esta morada terrenal, que nos sirve de habitación, Dios nos tiene preparada en el cielo una morada eterna, no construida por manos humanas.

Palabra de Dios.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.

Hermanos y hermanas: Sabemos que, aunque se desmorone esta morada terrenal, que nos sirve de habitación, Dios nos tiene preparada en el cielo una morada eterna, no construida por manos humanas. Por eso siempre tenemos confianza, aunque sabemos que, mientras vivimos en el cuerpo, estamos desterrados, lejos del Señor. Caminamos guiados por la fe, sin ver todavía. Estamos, pues, llenos de confianza y preferimos salir de este cuerpo para vivir con el Señor. Por eso procuramos agradarle, en el destierro o en la patria. Porque todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo, para recibir el premio o el castigo por lo que hayamos hecho en esta vida.

Palabra de Dios.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses.

Hermanos y hermanas: Nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos que venga nuestro salvador, Jesucristo. El transformará nuestro cuerpo miserable en un cuerpo glorioso, semejante al suyo, en virtud del poder que tiene para someter a su dominio todas las cosas.

Palabra de Dios.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los tesalonicenses.

Hermanos y hermanas: No queremos que ignoren lo que pasa con los difuntos, para que no vivan tristes, como los que no tienen esperanza. Pues, si creemos que Jesús murió y resucitó, de igual manera debemos creer que, a los que mueren en Jesús, Dios los llevará con él. Lo que les decimos, como palabra del Señor, es esto: que nosotros, los que quedemos vivos para cuando, venga el Señor, no tendremos ninguna ventaja sobre los que ya murieron. Cuando, Dios mande, que suenen las trompetas, se oirá la voz de un arcángel y el Señor mismo bajará del cielo. Entonces, los que murieron en Cristo resucitarán primero; después nosotros, los que quedemos vivos, seremos arrebatados, juntamente con ellos entre nubes, por el aire, para ir al encuentro del Señor, y así estaremos siempre con él. Consuélense, pues, unos a otros con estas palabras.

Palabra de Dios.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo.

Querido hermano: Recuerda siempre que Jesucristo, descendiente de David, resucitó de entre los muertos, conforme al Evangelio que yo predico. Por este Evangelio sufro hasta llevar cadenas, como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada. Por eso lo sobrellevo todo por amor a los elegidos, para que ellos también alcancen en Cristo Jesús la Salvación, y con ella la gloria eterna. Es verdad lo que decimos: “Si morimos con él, viviremos con él; si nos mantenemos firmes, reinaremos con él; si lo negamos, él también nos negara; si le somos infieles, el permanece fiel, porque no puede contradecirse a sí mismo.”

Palabra de Dios.

Lectura de la primera carta del apóstol Juan.

Queridos hijos: Miren cuánto amor nos ha tenido el Padre, pues no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos. Si el mundo no nos reconoce, es porque tampoco lo ha reconocido a él. Hermanos míos, ahora somos hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado cómo seremos al fin. Y ya sabemos que, cuando él se manifieste, vamos a ser semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

Palabra de Dios.

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan.

Queridos hermanos: Nosotros estamos seguros de haber pasado de la muerte a la vida, porque amamos a nuestros hermanos. El que no ama permanece en la muerte. El que odia a su hermano es un homicida y bien saben ustedes que ningún homicida tiene la vida eterna. Conocemos lo que es el amor, en que Cristo dio su vida por nosotros. Así también debemos nosotros dar la vida por nuestros hermanos.

Palabra de Dios.